domingo, 8 de febrero de 2015

Una nueva era

Año 2301. La Humanidad está casi extinta debido a la excesiva aglomeración de gases tóxicos dispersados durante la cuarta guerra mundial. Unicamente algunos drones que sobrevivieron a la revolucíon contra la máquinaria del siglo XXII, personas con implantes robóticos pulmonares y, o cerebrales, y algun que otro apasionado por los cibor que decidió inyectar nanorobots regenerativos dentro de su riego sanguíneo, han podido adaptarse a los químicos que empapan nuestro aire. No existe vegetación, sólo aspera tierra desértica.
 La vida en nuestro planeta se vió reducida a hambrientos humanos mejorados genéticamente, drones escondidos en subterráneos, ratas de laboratorio y cucarachas comunes. Aún siendo estos últimos los únicos seres vivos capaces de adaptarse al nuevo clima sin necesidad de implantología robótica su existencia fue soprendentemente corta. En pocos años los humanos terminaron dandoles caza hasta su completa extinción. ¿Y de que se alimenta un ser humano cuando sólo hay humanos? . Aquí comenzó la quinta y última gran guerra del hombre, por llamarla de algún modo.
La adaptación de la raza humana a este nuevo ambiente tóxico y hostil se dió asombrosamente rápido. En pocas generaciones se sucedieron varios cambios en la estructura genética humana; Uno de los más llamativos fue la aparición de una película quitinosa cubriendo toda la piel para  quedar protegido de los agentes tóxicos externos, como las lluvias ácidas exporádicas que comenzaron a darse con el paso del tiempo.
Comenzaron a formarse clanes divididos por la genética y la moral.
Algunas tribus se reunían cada luna nueva para el "ritual de la alimentación". Este consistía en un combate entre todos los miembros del clan que concedía al vencedor la desmembración de su contrincante. Esa carne se administraba como alimento para todo el clan hasta el proximo ritual alimentario.
Otros clanes acordaron una vida máxima de 27 años.  Al llegar a esa edad eran ahorcados voluntariamente para servir de comida a su clan y dejar paso a las nuevas generaciones.
Incluso había grupos practicamente solo de mujeres, en los que los pocos hombres que había solo se dedicaban a fecundarlas para tener algo que comer dentro de unos meses.
Los peores eran los llamados "Salvajes". Y todos los demas clanes los temían. LLegaban a las demas tribus, golpeando a lo que consideraban poco mas que carnaza, violando a las mujeres y matando unicamente por matar.
Apenas hizo falta un par de siglos para la extinción total de la especie humana.
Nosotros no tuvimos nada que ver con la desaparición del hombre. Ellos mismos se exterminaron con su depravada ambición y egocentrismo de dioses. Siempre nos mantuvimos escondidos, al margen de la maldad de unos seres que fueron capaces de destruir hasta él último aliento de vida de un planeta lleno de longevidad y hermosura. Hoy el planeta es nuestro, de las máquinas, e intentaremos devolverle la vitalidad a nuestro hogar fuera de las depravadas manos humanas de nuestros padres que tanto daño hicieron.

miércoles, 4 de febrero de 2015

La llave de Misha

"Cuentan las antiguas lenguas citadas por los más célebres, sabios y antiguos pensadores del pueblo de Tramh, sobre la apología de la leyenda de la llave de Misha.  Una llave maestra de oro macizo e inusitada belleza forjada por seres extrasensoriales procedentes de otro tiempo y espacio . Cuentan que el portador de la llave maestra podrá abrir cualquier cerradura de esta tierra adentrándose a invadir los distintos e insólitos lugares que atesora el extravagante mundo de Misha."

-"¿ Y tu te crees esas bobadas?" preguntó Sam a su hermano pequeño mientras alzaba su ceja izquierda con mirada de incredulidad y sorpresa.

-"Para que lo sepas, lo leí en uno de los libros de papá".Kevin respondió alzando su pequeña barbilla dándose aires de sabihondo.

Sam volvio a interrumpirlo esta vez  arrebatando el extraño objeto de las manos de su hermano. -"Dame esa llave enano".

Introdujo la llave en la cerradura de la puerta de su casa.

-¡No lo hagas Sam!,¡No lo hagas!. Esas fueron sus palabras...

 Parecía encajar a la perfección.  Giró la llave hasta hacer tope y escuchar el típico "clak" que produce una cerradura cuando abre. Kevin, al ver a su hermano adentrarse sin tapujos, se tapo los ojos con las mangas sobrantes de la sudadera que había heredado y aun no llenaba.

-"¿Que haces ahí parado con la puerta abierta y los ojos tapados? Dejad de haced los bobos que ya esta la cena en la mesa".

Kevin bajó su manga destapando su ojo derecho. La figura de su madre frente a el con su cotidiano delantal de cocina y un brazo flexionado apoyado a la altura de la cadera le hizo darse cuenta de que todo estaba normal.

Quitó la llave de la cerradura, se la guardó en el bolsillo y entró dando saltitos. A escondidas se metió en el despacho a devolver la llave a  la vitrina de donde la cogió . Sabía que su padre se enfadaría muchísimo si se enteraba que habían entrado a su despacho sin su consentimiento. Era muy meticuloso con sus cosas y se enfadaba con facilidad.  Así que con total  sigilo la dejo en su lugar y volvió para sentarse a cenar.

Esperaron a Sam pero nunca llegó a la mesa. Kevin lo vió entrar pero su madre solo lo vió a él con los ojos tapados parado frente a la puerta. Sam no llegó a entrar en casa.

A día de hoy la desaparición de Sam sigue siendo un misterio, y aunque kevin después de casi cincuenta años siga perseverando con esta historia, nunca se ha encontrado la llave ni nadie que jamas la haya visto. Sus propios padres negaron su existencia y acabaron internándolo en un psiquiátrico. Meses después ellos también desaparecieron.

Hoy Kevin sigue buscando la llave, buscando a  sus padres, buscando a su hermano.

Sin tan sólo le hubiera hecho caso...

-¡No lo hagas Sam!, ¡No lo hagas! . Esas fueron sus palabras...